Un servicio para “los últimos, los menos, los perdidos”

Entrevista con José María Calderón, nombrado coordinador internacional del movimiento Corpus Christi
José María Calderón, de pie a la derecha del todo, junto con otros sacerdotes del movimiento Corpus Christi y Misioneras de la Caridad.

El Movimiento Corpus Christi es una de las instituciones que forman parte de la familia de las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, y que agrupa a sacerdotes diocesanos que viven con el espíritu de entrega, pobreza y alegría que caracteriza a las religiosas. José María Calderón, que acaba de ser renovado como director de Obras Misionales Pontificias en España, explica cómo es su labor como coordinador del movimiento.

—¿En qué consisten sus responsabilidades como coordinador internacional del Movimiento Corpus Christi?
—La responsabilidad jurídica es representar a esta Asociación en todos los ámbitos públicos y sociales. Pero la responsabilidad más delicada es cuidar que entre los sacerdotes que formamos parte de esta familia se conserve y cuide el espíritu que Madre Teresa quería para los sacerdotes. Ayudar a los que somos miembros a vivir nuestro ministerio con la espiritualidad que Dios dio a conocer a través de la Madre Teresa.
—¿Por qué se fijaron en usted para este cargo?
—Soy sacerdote diocesano de Madrid. Me sé y siento un privilegiado por mi vocación sacerdotal, me sé y me siento absolutamente implicado en la vida de mi diócesis y de mis hermanos sacerdotes.
Doy gracias a Dios por haberme puesto cerca siempre sacerdotes que me han ayudado a vivir mi ministerio con alegría. He tenido una gran vinculación con la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, de la que he recibido, siempre y solo, cosas buenas.
Pero un día, en 1994, mi obispo, D. Antonio Mª Rouco Varela, me encomendó ser confesor y, luego, capellán de las Misioneras de la Caridad que hay en Madrid. Poco a poco me fui vinculando a ellas, implicándome en sus apostolados…
Invitado por ellas, participé en 2001 en un retiro que el Movimiento Corpus Christi organizó en el Santuario de Fátima. Allí conocí al P. Joseph y al P. Pascual y a un gran grupo de sacerdotes venidos de todo el mundo. Entonces, empecé a involucrarme más en los retiros, encuentros y convivencias que el Movimiento organizaba, hasta la beatificación de la Madre Teresa, en 2003, que me volqué a trabajar con ellas y, sin dejar los demás encargos apostólicos que se me habían encomendado, me decidí a conocer más de fondo su carisma y su espiritualidad. Fue entonces cuando el P. Pascual, que ha sido hasta ahora el Coordinador Internacional del Movimiento, me pidió que me ocupara yo de la coordinación del Movimiento en España.

Fraternidad sacerdotal

—¿Cuáles son sus objetivos de cara a los próximos cinco años?
—Me gustaría que este movimiento ayudara a muchos sacerdotes a vivir con alegría su vocación y ministerio; me gustaría que la preocupación por llevar a Cristo al corazón de quienes no le conocen y más sufren creciera en la vida de los sacerdotes, sean o no del Movimiento.
Pienso que esta Asociación tiene un tesoro precioso, que es la espiritualidad que Madre Teresa recibió de Dios y que ha transmitido a través de las religiosas que ella fundó y nosotros, como parte de la familia de las Misioneras de la Caridad, tenemos el compromiso de llevarlo a cabo a través de nuestra forma de comportarnos y de vivir nuestro ministerio.

—¿En qué consiste este Movimiento sacerdotal Corpus Christi?
—Este movimiento lo creó Madre Teresa con la ayuda del P. Joseph Langford y del P. Pascual Cervera. Con él pretendía ayudar a muchos sacerdotes que se sentían atraídos por la espiritualidad y la forma de trabajar de las Misioneras de la Caridad fundadas por ella. Quería que pudieran vivir en su ministerio pastoral como sacerdotes diocesanos, el espíritu de entrega, pobreza, servicio y alegría que reina en las casas de las Misioneras. El espíritu que la Madre infundió a sus religiosas para que sirvieran a los más pobres de entre los pobres lo debemos vivir cada uno de nosotros en las tareas pastorales que se nos han encomendado…
Pretende ser una forma concreta de vivir la fraternidad sacerdotal que ayude a los sacerdotes, que en tantas ocasiones trabajan solos, a sentirse acompañados, alentados, cuidados. Pero esa fraternidad no se encierra en los sacerdotes que pertenecen al movimiento… cada uno de nosotros debemos, queremos vivir esa fraternidad con todos los sacerdotes que pertenecen a nuestros presbiterios.

A Calcuta

—Entre las nuevas propuestas que se han hecho hay una peregrinación sacerdotal a Calcuta para profundizar en la vida de la Madre Teresa. ¿Cómo será?
—Será nuestra cuarta peregrinación a Calcuta. La tendremos del 3 al 11 de septiembre de 2024, así viviremos dos grandes fiestas para nosotros junto a las hermanas, hermanos y padres misioneros de la caridad: el 5 de septiembre, fiesta de Santa Teresa de Calcuta y el 10 de septiembre, el día de la inspiración, aniversario de cuando Madre Teresa recibió la “llamada dentro de la llamada”, cuando ella en 1946 descubrió que el Señor le estaba pidiendo la fundación de la nueva congregación, para saciar la sed de Jesús en la cruz.
No está reservada a los que pertenecemos al Movimiento, es para los sacerdotes que se sientan atraídos por el carisma y la vida de Madre Teresa. Queremos conocer los lugares por donde ella anduvo, tener la oportunidad de compartir el trabajo, la oración, la amistad con las personas que viven su carisma…

Director de OMP

—Ha sido hasta ahora Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias, lo que suponía ser el máximo representante en España de la Santa Sede en cuanto a misiones. ¿Cuál es su experiencia?
—Bueno, corrijo la pregunta, no he sido “hasta ahora”… lo sigo siendo. Soy el Director Nacional de OMP en España, cargo que se me acaba de ser confirmado por los obispos para los próximos cinco años. Intentaré servir a la Iglesia como lo he intentado hacer hasta ahora.
Estos cinco años en OMP han sido muy bonitos. He tenido la alegría de conocer por dentro cómo trabaja la Iglesia para llevar a Cristo hasta los confines de la tierra. He podido tratar a personas admirables, llenas de Dios, que me han dado lecciones de entrega, de renuncia de sí mismas, son los misioneros.
Pero también he visto el trabajo escondido de quienes desde las oficinas de OMP y en las delegaciones de misiones han buscado el modo de hacer presente la labor de los misioneros, han mostrado la importancia de la evangelización hoy, en el siglo XXI. Desde el trabajo de OMP se descubre lo que significa que la Iglesia es católica, universal, y no de modo teórico… en la práctica.
—Las misiones tienen una parte “dura”, vivir la realidad de los más desfavorecidos, ¿recuerda alguna misión que le haya tocado especialmente?
—Oír el testimonio de los misioneros que viven en situación de guerra, de persecución, de injusticia es muy duro. Oír a hermanas que han estado secuestradas… ¡durante años! por grupos intransigentes y radicales. Estar con un sacerdote que ha confesado a las hermanas que iban a ser asesinadas poco más tarde… Gracias a Dios esto no es lo normal, pero también se da.
Y lo que más edifica, lo que más me enorgullece, es que lo viven con sencillez, con naturalidad, con deseos de abrazar a Cristo con sus dolores y sufrimientos. Sí, en la misión no todo y siempre es bonito, pero en todo y siempre está el Padre Dios que consuela, fortalece, anima.
Al final uno sabe que se pueden perder batallas, se pueden sufrir pérdidas, pero la victoria es de Cristo, el Señor de la historia…

Cerca de Dios

—Habla de “enamorarse de Dios”, como usted lo hizo… ¿Cómo recuerda aquél primer contacto?
—¡Dios mío! ¿Se puede vivir con alegría sin sentirse amado y sin amar? Creo firmemente que no, sólo cuando uno se sabe amado y sabe amar es feliz, es capaz de entenderse a sí mismo.
Seguir al Señor sin amor… ¡debe ser un suplicio! Claro que hay que enamorarse de Dios, pero sin fantasear ni idealizar ese enamoramiento. Es encontrarse con el Señor y saberse amado, lo que me hace disfrutar de cada momento, de cada circunstancia… Mi vida no ha tenido nada de espectacular, en ella no ha habido un momento de conversión radical… todo ha ido dándose en mi vida ordinaria, a través de mi familia, de los sacerdotes que me han tratado… Algunas personas han marcado mi caminar hacia lo que yo soy hoy, pero no de modo espectacular, sino en el trato de cada día.

Para ser buen evangelizador

—¿Qué debe tener un sacerdote para ser un buen “evangelizador”?
—Como dice Francisco: para ser misionero hace falta pasión por Jesús y pasión por su gente:
Uno no da lo que no tiene… es muy importante para transmitir a Cristo, conocerle, tratarle, amarle. Haber recibido el sacramento del Orden no te certifica que ya estés en la onda de Dios: es algo que hay que construir cada día, durante toda la vida. Por eso es fundamental rezar, tener vida de oración, buscar a Cristo eucaristía y desear pasar ratos junto a él.
Y, por otro lado, debe querer a las personas, a cada una. Para Cristo todas son importantes, todas están necesitadas de su perdón, de su misericordia, de su salvación… No mirar el reloj, no tenemos horario, no tenemos calendario: yo soy sacerdote las 24 horas al día. Como se dice ahora, soy sacerdote 24/7. Fuego he venido a traer a la tierra… ¡pero como puedo dormir con paz sabiendo que hay quienes no aman al Señor… y no le aman ¡porque no le conocen! Y no le conocen porque no han tenido a nadie que les hable de Él… ¿me voy a quedar con los brazos cruzados? Si es así… ¡no estoy enamorado!

Un servicio a la Iglesia

—¿Qué desea que se conozca del Movimiento Corpus Christi?
—No sé muy bien qué contestar a esta pregunta. Quizás que este Movimiento es un servicio que la Iglesia ha recibido, a través de la Madre Teresa, para ayudar a los sacerdotes diocesanos que nos sentimos atraídos por ella a vivir nuestro sacerdocio con verdadero espíritu de entrega y de servicio.
Es tan sólo un servicio que se ofrece a los sacerdotes para que sientan la fraternidad sacerdotal, para que no nos olvidemos que nos debemos a nuestros hermanos los hombres, a todos, y de modo particular a “los últimos, los menos, los perdidos” como decía Madre Teresa. Ojalá sepamos dar a través de nuestro trabajo sacerdotal ese buen hacer que tenía nuestra Madre, ojalá seamos capaces de ayudar a muchos sacerdotes a vivir con alegría su vocación.

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