Luchadora contra el porno…y bautizada hace cuatro años

La argentina Lupe Batallán, defensora de la dignidad de la persona, dice que se convirtió porque “Dios me tendió una trampa”
Lupe Batallán, en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, en un encuentro organizado por 40 Días por la Vida.

Lupe Batallán es una batalladora nata. Y lucha por las causas que considera justas, relacionadas con la dignidad de la persona. Cuando Argentina debatía la legalización del aborto, se hizo conocida por ser una de las abanderadas de la causa provida, la de “Salvemos las dos vidas” y pañuelo celeste. Luego se embarcó, y está en ello, en la lucha contra la pornografía.
En España, participó como ponente en el último Congreso Católicos y Vida Pública invitada por la Fundación San Pablo CEU. También ha hablado a un numeroso grupo de universitarios en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid. Además de sus luchas por la dignidad de la persona, tiene detrás de sí una peculiar historia de conversión. A sus 26 años, es católica desde hace solo cuatro. Atiende a Mundo Cristiano con su discurso abundante y convincente, que el acento porteño contribuye a atrapar al interlocutor.

–Usted viene de una familia en la que su abuela había abortado, su bisabuela había abortado. ¿Cómo acaba en la lucha en la defensa de la vida?
–En realidad, mis papás tuvieron realidades muy duras, son personas que sufrieron muchísimo en sus familias y cuando se juntaron trataron de armar algo distinto. Mi mamá es hija de un juez, de clase media alta. Mi abuela había abortado tantas veces –aunque era ilegal– que le dijeron que por motivos de salud no se hiciera más, por salud. Así nació mi madre. Ella quedó embarazada a los 15 años: fue la primera de la familia en decir que no abortaría. Así nació mi hermano mayor. Las historias de aborto eran un tema que se hablaba en casa.
–Pero, ¿cuándo decide tomar esa bandera?
–Fue por un sentido de la responsabilidad. Me dije: bueno, si mi mamá a los 15 años pudo hacerse cargo de mi hermano mayor con todas las cosas que eso implicaba… Es decir, negarse a abortar y que la echaran de su casa, tener que salir a buscar trabajo cuando ella nunca en su vida había trabajado… Mi mamá tenía reales carencias afectivas muy grandes en su familia, situaciones muy horribles, pero no económicas. Entonces, yo me dije: “Si mi mamá pudo hacerle frente a todo lo que eso la debe haber asustado a los 15 años, ¿por qué yo no podría ser capaz de manifestar que me parece que hay algo que creo que está mal?”. No me podía mantener callada. En 2018, cuando estalló el debate sobre el aborto en la Argentina, en ese momento yo tenía 19 años. Honestamente, me habría sentido mal si me hubiera quedado callada.
– Y empezó su militancia…
–Me uní a la asociación Frente Joven, que es apolítica y aconfesional. Yo entré de voluntaria pero pronto me pidieron ser portavoz. Iba a muchos programas de debate, en televisión y en redes sociales.
–¿Qué estudiaba?
–Estaba cursando Medicina en la Universidad de Buenos Aires. Hice tres años. Después hice un año de periodismo en la editorial Perfil y después hice dos años de Derecho en la Universidad Austral.

Conversión

–Pero además de este combate, tuvo un proceso de conversión, ¿no?
–Sí, comencé en la batalla por la vida en el 2018 siendo atea.
–Imagino que la defensa de la vida le acabaría llevando a preguntarse otras cosas.
–No, no fue por eso. A mí la lucha provida no me acercó a esto. Cero. Solamente me acercó a personas que eventualmente pudieron darme una respuesta.
–Y entonces, ¿por qué fue?
–Curiosidad.
–Pues explíquese…
–Ni siquiera fue porque sintiese curiosidad por la fe. Fue porque yo soy una persona muy curiosa y Dios me tendió una trampa. Por suerte.
No estaba buscando nada. No necesitaba un significado mayor en mi vida. No era más infeliz siendo atea. Por más que ahora te digo que soy plena creyendo en Dios. O estoy en camino.
Buscaba una lectura que me entretuviera en un periodo de vacaciones. Había tenido alguna asignatura de contenido filosófico o religioso, de Derecho Privado II, que es dignidad humana y persona. Ya estaba estudiando Derecho en la Universidad Austral. Me despertó la curiosidad sobre el mal en el mundo. Por llenar el tiempo en unas vacaciones, pedí a un amigo, un profesor, del Opus Dei, que es teólogo bíblico, algo que leer, sobre el mal. Me dio una tesis doctoral. Ni me acuerdo el título. Fíjate el nivel de importancia que le presté. Cero. Ya digo: Dios me tendió una trampa.
Me dio una tesis escrita, según me dijo, por un sacerdote (la tesis no estaba ni firmada). Y después cambié el teléfono, perdí los archivos y ni siquiera tengo acceso a aquella tesis.
–¿Y entonces?
–La leí y me pareció algo tremendamente razonable. Cuando a mí me parecen las cosas muy razonables, dejo pasar un tiempo a ver si se me ocurre algo para contradecirlas. Vivo de argumentar y contraargumentar.
Pasaron los días y los días y no encontraba forma de refutarla. Entonces decidí darme por vencida. No solamente Dios me tendió una trampa, sino que me venció. Pensé: bueno, si esto es así –lo que decía la tesis–, entonces Dios existe. Y si Dios existe, no puedo vivir como si no existiera. Y ahí fue cuando decidí bautizarme.
Hay gente a la que Dios la tira al caballo. A mí fue como muy matemático todo.

Pornografía

–Después de haber estado en los debates contra el aborto, se empezó a interesar por la pornografía, sin sospechar que le iría a afectar personalmente.
–Para mí siempre fue importante ayudar a la gente. El tema de la dignidad siempre estuvo muy claro para mí. Soy una persona que tiene un indignómetro que salta muy fácil. Las cosas siempre me indignan.
Inicié un camino de investigación que empieza con el aborto. Publiqué dos libros. Trabajé ahí cuanto tiempo creí que pude ser útil en ese debate. Haciendo cosas que veía que nadie estaba haciendo. Es como sembrar una semilla y que empiece a germinar. En ese momento entonces me voy a hacer otra cosa. También para no sentirme un disco rayado.
Entonces, primero me dediqué a la eutanasia porque sentí que era necesario, porque en ese momento además parecía que se iba a debatir en Argentina.
Luego investigué sobre el negocio del porno, porque vi que había necesidad de decir algo al respecto. De hecho, el libro que escribí sobre la pornografía es de los pocos que existen en español sobre ello. Siguiendo en esa línea, me meto a investigar y después descubro lo de mi hermano.
–Su hermano, que posteriormente enfermó y murió, se había iniciado en ese mundo. ¿Cómo lo descubre?
–Lo descubrí a los poquitos meses de que él se metiese en ese mundo porque lo tenía publicado en su Instagram. No hacía falta ser muy muy avispado. Fue un shock.
–¿Y qué mensaje das para gente joven?
–Terminar el mundo de la pornografía no es un final feliz, no, no. Ni siquiera uno fácil. Solamente las personas más vulnerables son partícipes del mundo de la pornografía. El resto nos mantenemos alejados porque entendemos que está mal. Es un acto de muchísima falta de humanidad dejar que ellos salten al abismo de la pornografía y nosotros aplaudamos mientras lo hacen.
–Y cuando la gente argumenta que hay pornografía consentida, que no hace daño a quienes participan en ella… ¿Cómo le responde a eso?
–Que me presenten un solo caso.
Lo cierto es que la mayoría de la gente dentro del mundo de la pornografía no está ahí porque sea libre. Puede que diga que quiere, pero quienes están dentro del mundo de la pornografía tienen más capacidad para negar la realidad y disociarse psíquicamente. Después, con años de terapia, tal vez se dan cuenta de qué pasó, pero tiene que ver con las historias durísimas que han vivido y que tienen naturalizado y como forma de supervivencia.
Por eso me pregunto: ¿realmente puedo decir que una persona está ahí porque quiere? ¿Quién querría eso? Esa persona, si tuviera estabilidad mental, la salud mental para poder procesar realmente lo que está viviendo, ¿querría estar ahí?
Encontrar una sola persona de la que puedas decir que está ahí porque quiere, que no tiene necesidades económicas, que no padece enfermedades mentales… es muy difícil.
–Sostiene que meterse en ese mundo es algo en cierto modo antinatural.
–No es instintivo participar de la pornografía, en primer lugar porque el ser humano ni es estrictamente un ser social ni estrictamente un animal que vive manejado por impulsos. Somos una mezcla de ambos y por más que determinada cultura trabaje por tratar de naturalizar el mundo de la pornografía, siempre va a chocar con nuestro instituto de autopreservación, con estas cosas instintivas que tenemos. Tienen que estar funcionando cosas mal para que una persona quiera participar de esto, porque es tan básico lo que está rompiendo…

Es posible prohibir

–¿Cómo se podría combatir? Algunos liberales dicen que eso no se puede prohibir.
– Incluso hay gente que está en contra de esto y cree que es imposible prohibirlo. Pero creo que no.
Es un tema delicado. La pornografía infantil está prohibida, con justas razones. Y hay maneras de prohibirla, por más que la distribución sea por internet. Entonces, ¿por qué no hay maneras de prohibir la de adultos? Porque tenemos suficiente evidencia como para decir que la pornografía es un fenómeno social que tiene impacto negativo. Por eso se podría prohibir: un consumidor de pornografía tiene más probabilidad de ser un agresor sexual que un no consumidor. Pero hay más.
–¿El qué?
–Tenemos suficiente evidencia para decir que es algo malo, y socialmente debe tener unas consecuencias políticas. Es un tema político, no es algo de la intimidad, como quieren relegar a los consumidores. Tenemos la pornografía infantil, se prohíbe, entonces tiene que haber medios.
–Pero hay muchos obstáculos que salvar.
–Obvio, porque cuando hablamos de pornografía estamos hablando de distribución, producción y tenencia. La distribución es el asunto más difícil. Pues que se pongan los juristas y los expertos en tecnología a ver de qué manera puede prohibirse sin generar un irrespeto por la norma. ¿Se nos van a escapar casos? Sí, claro, como en el asesinato, el sicariato, el aborto, todos los crímenes, porque la legislación no es siempre cien por cien efectiva, si lo fuera nadie delinquiría.
Habrá que buscar el equilibrio entre hasta qué punto se respeta la norma y hasta qué punto se puede establecer una sanción, porque la ley tiene carácter pedagógico, no solamente preventivo.
La ley sola no alcanza, tiene que venir acompañada de una gran campaña de concienciación y educación social con respecto a la pornografía, no solamente con el consumo, sino también con la producción y el impacto social que tiene.
Estoy segura de que los alumnos que estuvieron acá, en la conferencia [los universitarios de la Francisco de Vitoria], si consumen pornografía (que tal vez sí los haya entre ellos), van a dejar de consumir. Se lo ves en la cara, en cómo les impacta, en cómo los golpea la realidad.
Si puedes generar esto con una charla, ¿qué podrías hacer si el Estado hiciera de esto una política pública? Es como si cuando te pasan la publicidad de prevención del cáncer de mama, te pasaran una publicidad de prevención con respecto al tema de la pornografía.
El lobby no se hace a partir de lo que se le ocurre a una escritora que tiene tres carreras inconclusas, sino a partir de expertos en comunicación y en lobby político. Si existiera un equipo de gente capacitada de lo mejor, con los recursos del Estado para hacer esto, sin duda podríamos dar una batalla.

Cuatro libros, tres luchas

“Soy Lupe Batallán, una joven escritora argentina”. Así se presenta en su web. Empezó a escribir libros en 2020, con su primer libro sobre aborto, Hermana, date cuenta, tras el debate por la legalización del aborto en Argentina. La versión en ebook estuvo durante dos años entre los diez más vendidos de política en español de Amazon. Dos años atrás, cuando comenzó ese debate, ella, con 20 años, se unió a Frente Joven, una ONG encargada de defender los Derechos Humanos, que se manifestó provida desde el primer minuto.
Después vendría, tras legalización del aborto en su país, Acá no se rinde nadie (2021). Dio giras hablando de este libro en México, Colombia, Chile, Estados Unidos, Ecuador y Perú.
Después, anticipándose al debate político sobre la eutanasia, publicó Dignos hasta el final (2022). El último es Calladita te ves más bonita (2024), para hacerle frente a la pornografía, prostitución e hipersexualización.

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