La Virgen de Guadalupe en El Prado como puente entre México y España

La Guadalupana protagoniza la exposición Tan lejos, tan cerca. Guadalupe de México en España, que realza el valor de las imágenes como agentes sociales

Una misma imagen, cuyo original es una estampación de carácter sobrenatural en un manto, que ha sido reproducida a lo largo de los siglos por innumerables pintores y que trasciende lo religioso para convertirse en seña de identidad de un pueblo y en signo de unidad más allá de su país originario. La Virgen de Guadalupe es la protagonista de la exposición temporal que el Museo del Prado ha inaugurado este pasado mes de junio y mantendrá hasta el 14 de septiembre con el título Tan lejos, tan cerca. Guadalupe de México en España.
La muestra se articula en dos salas del edificio Jerónimos, con predominio del azul, color del manto de la Virgen, y que arranca con un mapa de España en el que se van iluminando las zonas en las que hay presencia de la Guadalupana.
Fue en diciembre de 1531, apenas diez años después de la llegada de los españoles a México, cuando María se le aparece al indio Juan Diego y deja su imagen estampada en su tilma, un manto de algodón que usaban los hombres del campo. Los hechos sucedieron en el cerro de Tepeyac, a las afueras de lo que hoy es Ciudad de México. A partir de ese momento, la imagen se extiende rápidamente. Si bien en la metrópoli ya se veneraba a la Virgen de Guadalupe extremeña, a España llegó con fuerza la advocación mexicana. Las dos primeras obras vinieron en 1654, y a partir de ahí, hasta un millar de piezas de la Virgen presentes en catedrales, basílicas, santuarios, parroquias y conventos, sobre todo del sur de España.
Desde el comienzo, los autores se dieron cuenta de la importancia de hacer copias de calidad de una imagen que no era obra humana y que, además, conservaban su carácter sacro, en el sentido de mover a la oración y a la petición de favores, que son escuchados. Es lo que se conoce como vera effigies, los retratos fieles a escala del original. En este sentido, el antecedente más significativo de difusión de una imagen revelada es el del icono bizantino. Lo explica el profesor Pablo López Raso, director de los Grados en Bellas Artes y Diseño de la Universidad Francisco de Vitoria. “Todos los maestros de iconos hacen copia de copia de copia… de un original”, que la tradición sitúa en la imagen de la Verónica.

Sello de identidad nacional

Para ello, el artista bizantino, “cuando pinta, tiene que estar en paz con su alma, haber orado e incluso ayunado” para poder ser “una herramienta divina y hacer una buena ‘fotocopia’ de ese original”. Esto se aprecia, por ejemplo, en la imagen de la Santa Faz de El Greco, que se formó como creador de iconos, o en esa otra Santa Faz de Zurbarán que recoge la actual exposición del Prado en una de sus secciones, “El manto como reliquia”. Así, la imagen de la Virgen de Guadalupe mantiene el estatus de icono revelado.
Un “fenómeno apasionante” de esta exposición para López Raso es que revela “la capacidad del artista como mensajero de lo divino y transmisor de la belleza”. Y, por otro lado, es un ejemplo de cómo una imagen religiosa se convierte en sello de identidad nacional. Tanto, recuerda, que en la guerra de la independencia mexicana, el estandarte de los independentistas era la imagen de la Guadalupana. “Actualmente, hasta los mexicanos no creyentes le tienen apego; es un cariño nacional”.
La Virgen de Guadalupe tiene un antecedente prehispánico en ese mismo territorio: la diosa Tonantzin, cuyo nombre se traduce al español como “nuestra madrecita”. Así, esa creencia sirvió de base para transformarla a través de la óptica católica y facilitar su aceptación por parte de los nativos mesoamericanos. 
En este sentido se manifiesta también el comisario de la exposición, Jaime Cuadriello, cuando en la rueda de prensa de presentación habló de resaltar el “valor de las imágenes como agentes sociales” en un diálogo entre pintores hispanos y novohispanos.
Con un fondo de cerca de 70 piezas, incluida una tabla asiática de madera con incrustación de láminas de nácar como paradigma de universalización de la imagen, Tan lejos, tan cerca refleja “la primera devoción globalizada”. Además, los historiadores, continúa el comisario, mantienen un consenso generalizado en su “convocatoria social tan amplia”.
Sobre esta Virgen mestiza, de piel morena y pelo suelto, escribió sor Juana Inés de la Cruz -y con este poema concluye la exposición-, “la compuesta de flores maravilla, divina protectora americana, que a ser se pasa rosa mexicana, apareciendo rosa de Castilla”.
La muestra se completa con una amplia programación cultural desarrollada junto a la Fundación Casa de México en España.

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