La generación millenial ya tiene santo

Mañana la Iglesia Universal celebra la canonización del popular joven Carlo Acutis, fallecido en 2006

Mañana Carlo Acutis será canonizado en Roma. Fue un joven italiano, nacido el 3 de mayo de 1991 y fallecido el 12 de octubre de 2006. Es conocido por su profunda devoción religiosa y su habilidad con la tecnología. Fue beatificado en el 2020. Por su juventud, por sus virtudes vividas de manera extraordinaria con mucha naturalidad, ha sido puesto como modelo entre los jóvenes.
A Carlo le gustaba llevar vaqueros, zapatillas deportivas, salir con sus amigos y jugar a los videojuegos, como a cualquier chico de su edad. Un millenial, como se conoce a los de su generación, pero con la mirada puesta en el infinito. Sus grandes amores eran Jesús Eucaristía y la Virgen María. El sueño de Carlo era que toda la Iglesia Universal, de la mano de la Santísima Virgen, viviera con mayor fervor el misterio eucarístico. 
Que ahora vaya camino de los altares no es coincidencia: él quiso ser santo y fue este inmenso amor a Jesús Eucaristía lo que le inspiró tan alta meta. Era algo contagioso; primero a los más cercanos, sus padres y amigos, y ahora a toda la Iglesia. Los santos nos interpelan con su ejemplo, nos hablan desde la eternidad y siempre podemos aprender algo de ellos. Todos tienen en común el haber sido profundamente alcanzados por la gracia, como decía Carlo: “han mirado hacia lo alto”.
Nicola Gori, postulador de su causa de canonización, expresaba claramente en una entrevista que “no podremos comprender a Carlo, si no comprendemos que él se sentía claramente amado por Cristo”. Ofreció todos sus sufrimientos por el Papa y por la Iglesia. Inspiró a su madre, Antonia Salzano, quien, siguiendo su ejemplo, también ofreció el inmenso dolor de ver a su hijo enfermo, y perderlo en tan poco tiempo para que “hubiera un amor cada vez mayor en el pueblo de Dios hacia el sacramento de la Eucaristía”.

Beatificación de Carlo Acutis en Asís el 10 de octubre de 2020.


La madre confesaba que a veces sentía que estaba delante de “alguien venido de otro planeta”, porque su hijo tampoco hacía las cosas “normales” del resto de su generación: no tenía una novia, cuando muchos de sus compañeros empezaban a salir con chicas, siendo la “Virgen María la única mujer de su vida”. No le gustaban las discotecas, ni tampoco beber alcohol. Le encantaban los videojuegos, sí, pero se había puesto de límite una hora a la semana.
Con el tiempo comprendió que no era importante ser “normal”, sino ser uno mismo en cualquier circunstancia de la vida. Su famosa frase de “todos nacemos como originales, pero muchos mueren como fotocopias” refleja este sentido tan profundo de la existencia humana vivida cara a Dios, donde ser la persona que Dios ha querido que seamos desde la eternidad es lo más importante, donde a cada uno se nos han dado los dones y talentos para llegar a cumplir nuestra misión única e irrepetible.

Muy divertido

Por otro lado, era una persona muy positiva, y divertida. “Aunque nuestros sueños se derrumben, nunca debemos permitir que el cinismo se apodere de nuestros corazones; de cada decepción, nacerá un sueño nuevo”, escribió en una ocasión. 
En el colegio los profesores le llamaban la atención porque le encantaba hacer reír a los demás; hasta que se dio cuenta que podía molestar y se enmendó. Estaba pendiente de sus amigos, los llevaba siempre en su corazón y ofrecía sacrificios por ellos. No quería aparentar ser popular y se desvivía por los compañeros que estaban marginados.
Una de sus amigas lo llamó un día, agobiada. Había conocido un chico una noche en una discoteca y se había acostado con él. Su madre escuchó la conversación sin querer. Carlo la trató con inmenso cariño, casi como un padre, categórico y autoritario al mismo tiempo, hablando del cuerpo como “templo del Espíritu Santo”. La manera que vivía la pureza siempre llamó la atención. Era algo esencial en él, y le dolía profundamente la manera en que muchos de sus compañeros la habían perdido. Estaba convencido de que para “entregarse en cuerpo y alma” había que esperar al matrimonio. 
Algo que lo diferenciaba claramente de los demás era su pasión por la Eucaristía, “su autopista hacia el cielo”. Las apariciones de Fátima fueron un punto de inflexión en su vida. Especial impresión le causaron las palabras del ángel a los pastorcitos, donde les pedía reparación por los pecados contra “el cuerpo y la sangre de Cristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos”. Realizaba adoración eucarística para santificarse y siguiendo la petición del ángel, como reparación.

De rodillas

Monseñor Gianfranco Poma, párroco de Santa Maria Secreta en Milán (la parroquia de Carlo) entró por vez primera en el templo una tarde de julio del año 2000. Se fijó en un muchacho de 9 años que estaba rezando de rodillas delante del Santísimo en la iglesia completamente vacía: “¿Vienes aquí a rezar?”, le preguntó. A lo que el niño Carlo le replicó: “Sí, de vez en cuando vengo a decirle a Jesús mis cosas”.
Carlo dejó lo siguiente en sus escritos: “Debemos entrar en la mentalidad del Tabernáculo, una mentalidad muy especial. El Bautismo es regeneración espiritual. La Confirmación es crecimiento espiritual. La Eucaristía es el alimento espiritual”.
Sobre la Adoración afirmaba: “Cuando un delgado rayo de luz entra en una habitación poco iluminada, el polvo en el aire se ve a simple vista. Lo mismo ocurrirá con nuestra alma. Al hacer la Adoración eucarística, seremos impactados por la luz que la Eucaristía desprende y así podremos ver todo ese polvo que contamina nuestra alma y nos impide avanzar en el camino de la santidad que normalmente no es posible ver a simple vista”.

El cuerpo de Carlo Acutis se encuentra íntegro (no intacto o incorrupto).


Otra pasión de Carlo eran las exposiciones. Había creado una dedicada exclusivamente a los milagros eucarísticos. Uno de estos milagros ocurrió en Argentina mientras Carlo aún vivía y el Papa Francisco era cardenal de Buenos Aires. La Hostia consagrada se convirtió en carne. Tomaron una muestra y sin dar explicaciones del “paciente”, lo mandaron a uno de los mayores expertos en medicina forense cardíaca, el profesor Frederick Zugibe de la Columbia University” de Nueva York, quien concluyó lo siguiente: La muestra pertenecía al miocardio, el músculo que envuelve al corazón, concretamente al ventrículo izquierdo. El paciente había sufrido mucho, recibiendo un golpe en el pecho. También se identificaron glóbulos blancos intactos, que confirmaron que se trataba de un paciente vivo, donde ¡el corazón aún latía! 

“Al Gólgota, tarde o temprano subiremos todos”

El joven Acutis tenía un intenso deseo de llegar a ser santo. Poco antes de ser diagnosticado con la enfermedad que acabaría con su vida, hizo una petición a la Virgen María. La pidió “la gracia de ser santo, de no ir al purgatorio, sino directamente al cielo después de la muerte”. Para Carlo, Dios era su todo, según él, “si Dios posee nuestro corazón, entonces poseeremos el infinito”.
Carlo sabía que iba a morir joven. Se lo había confiado a varias personas, y hasta predijo de qué iba a morir, de una hemorragia cerebral (como así fue). Había puesto su mirada en el más allá, de modo que “todo estaba ordenado, en equilibrio, todo tenía sentido y adopta la forma de la esperanza”. 
Una de sus frases conocidas es: “Al Gólgota, tarde o temprano subiremos todos”. Según Carlo, la cruz “solo se puede aceptar con gratitud y amor. Una vez aceptado, ese misterio cambiará y transformará nuestro corazón y nuestra vida y nos ayudará a descubrir qué es el verdadero amor según Dios”. 
El día de su funeral, cuenta su madre, el sol brillaba. Era el mes de octubre pero se sentía como agosto. En la iglesia había una luz muy intensa. El edificio se llenó con personas desconocidas, personas a quienes Carlo había ayudado. Y ahí comenzaron los milagros a través de su intercesión: una señora venida de Roma le había pedido la gracia de tener hijos. Tenía 44 años. A los pocos días se enteró de que estaba embarazada, y a los nueve meses dio a luz a una niña.
Otra mujer que sufría un cáncer de pecho se curó al invocar a Carlo, todavía sin comenzar el tratamiento. Carlo dijo que ayudaría mucho desde el cielo, y así está siendo. Centenares de personas lo testifican.

El poder de su sonrisa 

Su sonrisa era conocida en todo el barrio. La misma que le regaló a sus padres el día que fue diagnosticado con una leucemia. Esa amplia y brillante sonrisa que, a día de hoy, sigue apareciendo en la mente de los que le conocieron. El sacristán de su parroquia, un hombre de Sri Lanka, recordaba cómo saludaba a todos con ese gesto tan típico de él. No le había hablado directamente pero el cariño que Carlo mostraba a todos le interpelaba. También su serenidad. El simple saludo el día que lo conoció le había afectado profundamente e inspirado el siguiente poema:
“Muchas son las estrellas que brillan en la noche del cielo, algunas emiten una luz más brillante, hay una que destaca, y me hace pensar en ti, Carlo, eres inconfundible. Hasta ahora no he encontrado nadie como tú”. 
A pesar de su corta vida, murió a los 15 años, el paso por la tierra de este joven italiano dejó una profunda huella en los que le conocieron personalmente y los que le hemos conocido posteriormente por sus escritos. Hoy su legado sigue vivo, recordándonos que la santidad está al alcance de todos si lo queremos de verdad.

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