“Al arte contemporáneo hay que ir con cero espíritu crítico”

Recorrido por la Feria ARCO de la mano de la escultora Elisa Sierra

Más de 95.000 personas visitaron el pasado mes de marzo la 44 edición de ARCO, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo que cada año se celebra en IFEMA, en Madrid. Con la participación de 214 galerías de 36 países, la feria es un espectáculo para los sentidos por la variedad de colores, formas y materiales utilizados.
Un Miquel Barceló representando una corrida de toros en el que los capotes rosas se salen del cuadro recibe al visitante en el pabellón 7, frente al espacio de la galerista Helga de Alvear, recientemente fallecida y por tanto especialmente recordada en la feria.
Un Juan Genovés que ha incorporado en su composición, acrílico y técnica mixta sobre lienzo, puertos USB, auriculares, trozos de esponja, cestitas en miniatura… Nada que se aprecie de lejos, pero sí cuando uno se acerca. Algo que no es novedoso. Ya lo hacía con objetos de la calle, por ejemplo, Ángel Ferrant, escultor nacido a finales del siglo XIX y fallecido en 1961, y “gran artista de objetos”. El dato lo aporta Elsa Sierra (1973), escultora que pocas veces ha faltado a ARCO. Ella encarna este experimentar con materiales que tan evidente se hace en la feria. “Llevo toda la vida dedicándome a esto”, cuenta esta artista que hace arte figurativo con mármol, hierro, madera —“me encanta”— y nuevos materiales (“estoy investigando con la joyería para aplicarla a la escultura; quiero hacer esculturas joya”).
Reconoce que en esta falta de códigos que caracteriza al arte contemporáneo, en un momento donde “no hay un patrón general de nada”, cuando por ejemplo ya no se usan los oscuros para definir espacios lúgubres, “no todo vale”. Deja claro que esto es su opinión personal, porque en esta falta de códigos, también hay el que todo vale. “¿Dónde está el límite?”, lanza al aire la pregunta. “Hay una línea muy delgada, y de ahí viene el conflicto con el arte moderno”. Porque “al final, en el mundo del arte, y sobre todo el actual, es muy complicado decir qué vale y qué no”.

Lo importante es trasmitir

En este contexto de indefinición, sí hay una nota que ha de estar: “La obra te tiene que trasmitir algo, sea negativo o positivo”. Y “si te la tienen que explicar, malo”. Lo que cuenta es que, “aunque no entiendas una obra, sobre todo si no conoces al artista, esta te diga algo; si no te hace vibrar, falta algo, se queda plana emocionalmente”. Y esto, ¿es arte? “Yo te diría que no”. Incluso un no católico, pone por muestra, puede sentir el dolor de un Crucificado o la alegría de una Virgen en un Nacimiento. Por todo esto, la artista plástica invita a “ir sin prejuicios” al arte contemporáneo. Además, “con una sola obra es más complicado juzgar a un artista, tienes que ver toda su trayectoria”.
El arte “es la manera de comunicarse que tiene el artista, mediante el cual transmite sus emociones, sus vivencias, su estado de ánimo, y hay que dejar que te envuelva e ir con cero espíritu crítico”.
También en ARCO hay composiciones imposibles, como unas maletas de colores, amarillo, azul y rojo, que en realidad son una fuente; unos globos de malla que cuelgan de una esquina haciendo como un mar de medusas; una luz proyectada en movimiento sobre una mesa con una botella y una copa tumbada, que hace que el rojo parezca vino derramado… Cada artista, apunta Sierra, tiene su propio proceso creativo. A ella le pasa que suele ser la propia pieza la que le pide el material. “No es lo mismo en bronce, que en piedra o en plástico”.
La carrera artística de la escultora empezó de pequeña, modelando cerámica, y luego con el dibujo, que “era mi manera de hablar”. Después “se me quedó corto el dibujo, necesitaba otra dimensión”. Hay veces que tarda ocho meses en una pieza, sobre todo si es mármol, y otras apenas un mes y medio, “si son cosas de fundición”. Aunque a ella lo que le gusta es el martillo y el cincel; “soy muy clásica en cuanto a herramientas”. Lo último que Elsa Sierra tenía en mente era un proyecto de esculturas de mitología aplicada al siglo XXI, que es “una medio crítica al uso de la inteligencia artificial”, pero algo ha pasado en su vida últimamente y ha introducida un nuevo matiz: “¿Qué quiero contar de Dios con esto?”.
Mención aparte merece el capítulo de adquisiciones institucionales y corporativas de obras en esta 44 edición de ARCO. Cabe destacar las operaciones llevadas a cabo por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, que ha reforzado sus colecciones con un total de 26 obras de 19 artistas. También la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid, o la Junta de Andalucía. Igualmente, como es lógico, los particulares han podido comprar. Elsa Sierra invita a no tener miedo y preguntar: “el arte contemporáneo es asequible, no es un artículo de lujo”. Reconoce que, “quitando el circuito clásico de galerías”, Instagram se ha convertido en el gran aliado de los artistas. “Si alguien ve algo que le gusta, que pregunte al artista, que ya solo el hecho de interesarse por su obra es gratificante”.

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