Hay en la calle Raimundo Fernández Villaverde de Madrid, cerca de la glorieta de Cuatro Caminos, una parroquia, Nuestra Señora del Silencio, que acoge a la comunidad de personas sordas y sordociegas. Es parroquia personal en vez de territorial. Su arquitectura es singular, como lo fue el hombre que le dio vida: Antonio Palacios, del que se viene celebrando este curso el 150 aniversario de su nacimiento. “Nuestros antepasados –afirmaba– pensaban una obra, la intentaban con el más alto criterio del que eran capaces, después la elevaban lentamente, como una oración, sin las precipitaciones de la época actual, en que se prefiere terminar pronto, aun cuando sea de cualquier manera; sin pensar que, menos para nosotros, construimos siempre para futuras generaciones venideras, así como nosotros gozamos de los grandiosos monumentos que nos legaron”.
El templo de Nuestra Señora del Silencio es la capilla del que fuera Hospital de Jornaleros de San Francisco de Paula, también conocido como Palacio de Maudes, diseñado por el arquitecto y construido entre 1908 y 1916. Actualmente es monumento histórico artístico nacional. En la obra se utilizaron diferentes tipos de piedras: caliza blanca de Morata de Tajuña, granito de la Sierra de Guadarrama, pizarra de Orense (solo empleada en la cubierta de la iglesia), mármol de Almería y piedra silícea de Vicálvaro, empleada para los cimientos. Los recubrimientos cerámicos de las fachadas fueron obra de Daniel Zuloaga, que utilizó entre otras la técnica del trecandís introducida por Gaudí.
La benefactora del hospital fue María de los Dolores Romero Arano, viuda de Francisco Curiel y Blasi, que creó una sociedad benéfica dedicada a san Francisco de Paula para levantar el complejo, en un solar de su propiedad, que acogiese a obreros que no contaran con medios económicos suficientes para curarse. La benefactora se encuentra enterrada junto a su marido en una cripta bajo el altar, y cada 15 de diciembre se ofrece una Misa en su memoria.
En 1916 el hospital pasa a ser administrado por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y es inaugurado por los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Años después, se encarga su administración a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, hasta la guerra civil, cuando es convertido en Hospital de Sangre. Una vez finalizada la contienda, se transforma en hospital militar. En los años 60, con la creación de nuevos hospitales y de la Seguridad Social, el complejo queda abandonado, hasta que en 1984 la Comunidad de Madrid compra la parte hospitalaria para convertirla en la sede de la actual consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura.
La capilla, por su parte, pasó a ser la parroquia Madre del Divino Pastor y San Francisco de Paula hasta 2011, año en que, ante su desuso, se convirtió en sede de trabajo para los obispos durante la JMJ de Madrid. Al concluir, el cardenal Antonio María Rouco Varela dispuso que fuera la sede de la parroquia Santa María del Silencio, que desde su nacimiento se encontraba en unos locales cercanos.
El gran constructor
Pero este edificio no es el único que el arquitecto construyó en Madrid. De hecho, Palacios es considerado el gran constructor de la ciudad. Originario de la localidad pontevedresa de Porriño en 1874, el menor de siete hermanos, en 1900 obtuvo el título de arquitecto por la Universidad Politécnica de Madrid y comenzó su carrera, firmando algunos de los proyectos más relevantes de la ciudad. Aparte del Hospital de Jornaleros, ganó en 1904, junto a su entonces socio Joaquín Otamendi, el concurso del Palacio de Comunicaciones, actual sede del Ayuntamiento.
En 1911, le encargan el diseño y la construcción del edificio del Banco Español del Río de la Plata, actual sede del Instituto Cervantes. En 1919 se le encarga la construcción del edificio del Círculo de Bellas Artes y ese mismo año comenzó su colaboración con la Compañía Metropolitano Alfonso XIII, Metro de Madrid, para la que trabajó como arquitecto hasta el final de sus días. Suya fue la línea decorativa de los vestíbulos y pasillos, las bocas de entrada, los templetes (el actual de Gran Vía es reproducción del originaria), el pabellón de acceso de Sol y las cocheras de Cuatro Caminos. Asimismo, Palacios fue el diseñador del logotipo del Metro.
Pero Antonio Palacios no solo construyó en Madrid. Los edificios regionalistas que firmó en Galicia llevan elementos prestados del gótico, el neoplateresco o el barroco en línea con las tendencias historicistas de su época, pero también buscó referencias en el modernismo. El edificio del ayuntamiento de Porriño, la Central Eléctrica del Tambre en Noia o el Teatro Rosalía de Castro de Vigo son algunos de ellos. También la iglesia de la Vera Cruz, en Carballino, aunque murió antes de verla concluida.
Su primer gran proyecto junto a Otamendi lo logró en 1902 en Bilbao, para la construcción de un puente sobre la ría. Y en Málaga, ciudad de la que era originaria su esposa, y Zaragoza, quedan para la posteridad edificios de viviendas proyectados por él.
Madrid concluirá este mes de julio las celebraciones del centenario de Antonio Palacios con la exposición Madrid metrópoli. El sueño de Antonio Palacios, en Centro Centro.